Lucas 3, 10-18:
Domingo, 12 de diciembre de 2021 (3º T A C)
Avanzamos en el tiempo de Adviento y la Palabra de Dios hoy nos trae de nuevo a Juan el Bautista. Gentes de todas clases se acercan a preguntarle qué deben hacer, cómo han de preparar el camino al Señor que viene. Él va a darles respuestas muy concretas. Respuestas que afectan directamente a la propia vida. Solo así se podrá recibir el bautismo de Espíritu Santo y fuego que trae el Señor. Con el cambio de actitud comenzará un tiempo nuevo, un tiempo de esperanza.
Pero en el mundo que estamos viviendo, ¿hay lugar para la esperanza? ¿Vivimos los cristianos siendo signos de esperanza para los demás?
Si nos detenemos un momento y analizamos las noticias del mundo en los medios de comunicación, encontraremos sucesos nada alentadores. Las noticias de guerras, violencias, injusticias, explotación de menores, de migrantes, de refugiados, están a la orden del día.
¿Locura? ¿Odio? ¿Maldad? De cualquier manera es presencia del mal en el mundo.
Ante todas estas cosas, ¿qué nos queda? ¿lamentaciones?, ¿llantos?, ¿impotencia?…
¡Necesitamos a alguien con poder y fuerza suficientes para abrir un horizonte de esperanza en el mundo! ¡Ven, Señor Jesús!, es el grito del cristiano en Adviento.
Pero no podemos quedarnos solo en un grito de clamor ante Dios, nuestro Padre común. Como cristianos hemos de aportar algo positivo, aunque solo sea un pequeño gesto, ante tantas situaciones de injusticia.
Juan, el Bautista, nos muestra el camino: “el que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga comida, haga lo mismo. No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis de los demás».
Al clamar ¡Ven, Señor Jesús!, el cristiano se está comprometiendo a hacer realidad esta presencia.
Señor, danos fuerza para ser testigos de tu amor en el mundo y para poder vencer al mal a fuerza de bien.
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf