Domingo, 25 de diciembre (Navidad A.)
La Palabra de Dios de este Día de Navidad nos da la opción de elegir las lecturas según la hora de la celebración. Me voy a quedar con los textos de la misa de medianoche, la Misa de Gallo, y el evangelio según San Lucas.
En él se nos narra el decreto del emperador Augusto, el empadronamiento en Belén de José y María y el nacimiento de Jesús, cómo su madre lo recuesta en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada, y el anuncio del ángel a los pastores.
El mejor comentario del acontecimiento es el que cada uno de nosotros podemos hacer si lo contemplamos detenidamente. Tratar de introducirnos en los pensamientos y sentimientos de José, de María, de los pastores… y del Hijo de Dios. ¿Cómo vivieron ese momento? ¿Qué preocupaciones tendrían? ¿Cuáles serían sus sentimientos? ¿Qué pensarían de lo que les decían los pastores? Hagamos un esfuerzo por contemplar la escena y tratar de vivirla de cerca…
El ángel Gabriel les había anunciado que el Niño sería Hijo de Dios, que ocuparía el trono de David, que su reino no tendría fin… El profeta Isaías (1ª lectura) nos dice que “el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz porque un niño nos ha nacido”. ¿Cómo encajar las profecías sobre este niño con lo que estaban viviendo?
Noche de contrastes. En lo más sencillo se manifiesta lo más grandioso. Dios quiere que su Hijo nazca pobre, buscando posada. Es Dios hecho hombre como nosotros. Y a falta de sitio en la posada lo busca en los corazones de los hombres de buena voluntad. ¿Lo encontrará en el mío?
Que tengáis una Navidad plena de felicidad. La que Él nos da si lo recibimos en nuestro corazón.
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf
En lo más sencillo se manifiesta lo grandioso