Lucas 14, 25-33:
Domingo, 31 de julio de 2022 (18º T O C)
La riqueza, las posesiones, los bienes materiales… cuánto bien podrían hacer… pero ¡cuánto daño suelen provocar!
Porque, en sí mismas -todos los sabemos- las “cosas” no son malas. Pero los seres humanos solemos tener el “defectillo” de dejarnos apoderar por ellas. Y cuánto más tenemos… más posibilidades de ese sometimiento. Y cuando uno vive así, sometido, todo se convierte en un dar culto a lo que se sirve (“no podéis servir a dos señores…” dice Jesús en otro pasaje del Evangelio). Y de ahí la consecuencia normal de querer conservar o ampliar esas riquezas incluso a costa de otras realidades que son más nobles o beneficiosas.
Por eso Jesús hoy te anima a plantearte si, frente a esa riqueza, estás siendo verdaderamente rico ante Dios, que es lo que importa. ¿Que qué significa ser “rico ante Dios”? Tampoco es difícil de entender. Ser rico delante de Dios es “tener mucho” de lo que a Él le gusta. Es decir, rico de fraternidad, de compartir, de solidaridad, de obras de misericordia, de búsqueda de justicia, de defensa de la verdad, de opción por los más frágiles, débiles… de amor del bueno. Y tú -y yo-, ¿tenemos mucho de eso? Si no es así, no está mal que escuchemos de Jesús una palabra que debería, cuanto menos, hacernos pupa y ayudarnos a recapacitar: “Necio”.
Juan Ramón Gómez Pascual
¿Eres verdaderamente rico ante Dios?