29 de Marzo de 2020. 5º de Cuaresma. Jn 11, 3-7.17-20.33b-45
Hoy nos cuenta el evangelio de san Juan que Lázaro, amigo de Jesús, había caído enfermo y los apóstoles le piden que vaya a curarlo. Jesús deja pasar los días y Lázaro muere. Entonces Jesús decide ir y sabe lo que va a hacer: “para que creáis”. Y, tras las palabras de Jesús, su amigo Lázaro vuelve a la vida (“revive”, mejor que “resucita”).
Las hermanas de Lázaro, Marta y María, se dirigen a Jesús diciéndole: “si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. Jesús les pide que tengan confianza, que crean en él. Y Lázaro vuelve a la vida. Y muchos de los que estaban allí y lo vieron, creyeron en él.
En muchas ocasiones también pensamos “si Dios estuviera aquí…” Nos surgen las dudas, nos falta la esperanza, y sobre todo la confianza. Él siempre está. Y aún más en estos momentos difíciles en los que la enfermedad está haciendo efecto en muchos conocidos. Con los tiempos que corren, todos necesitamos oír palabras de esperanza y de vida, porque podemos sentir la tentación del desánimo, de la impotencia ante un mundo que puede parecernos que no tiene mucho futuro.
El mensaje de este domingo es en verdad esperanzador. Jesús es el Señor de la Vida. A pesar de la cruz, cada día más cercana, se vislumbra la Resurrección. Para él y para todos los que hemos recibido su Espíritu de Vida.
Es tiempo de que florezca nuestra esperanza y se note en nuestra vida, de que comuniquemos energía, libertad, alegría, vida. No podemos seguir como si estuviéramos muertos. Jesús nos llama como a su amigo Lázaro:
¡Sal fuera!
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf