23 de Febrero de 2020. 7º del Tiempo Ordinario. Mt 5, 38-48
Continuamente llegan a nuestro conocimiento las muchas situaciones de violencia que se están produciendo en el mundo: terrorismo, guerras, violencia de género…Las sentimos cercanas gracias a los medios de comunicación, pero lejanas a la vez, pues, a pesar de que nos impresionan, las vemos como de otros mundos. Parece que a muchos organismos y personas con poder les interesa que la cosa siga así, en su propio beneficio. Hace años vi una película del genial Mario Moreno “Cantinflas”, en la que se dirigía a la asamblea de las naciones unidas y les decía que habían confundido las palabras del Carpintero de Nazaret y cambiado sus términos, y que el “amaos los unos a los otros” lo habían convertido en “armaos los unos contra los otros”.
Hoy el evangelio nos vuelve a recordar el mensaje de Jesús: “Amad a vuestros enemigos; devolved bien por mal; poned la otra mejilla… Sed perfectos como vuestro Padre celestial… No seáis como los paganos…”
Yo, ¿qué puedo hacer?¿solo gestos simbólicos?¿tendrán alguna incidencia en la realidad? Puedo empezar mirando mi propio entorno, examinando mis acciones y actitudes, y no solo aborreciendo situaciones lejanas. Mis relaciones con los demás ¿son generadoras de paz?, ¿provoco tensiones?, ¿guardo rencores y resentimientos?
Difícil ideal. Pero solo es posible aquello que se intenta. Y solo los que luchan por la paz pueden hacer posible un mundo mejor.
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf