28 de Junio de 2020. XIII Domingo Tiempo Ordinario Mt 10, 37-42
El cristiano no cree en una doctrina o en unas ideas. Cree en una Persona, en Jesús, el Hijo de Dios. Y ser discípulo suyo es algo muy exigente, como nos dice hoy en el Evangelio. Para ser su discípulo hay que renunciar a muchas cosas, incluso buenas, para hacer de su seguimiento lo primero en nuestras vidas. No quiere medias tintas, ni un seguimiento “ligth”, sino exigente y radical. Hay que tomar la cruz y seguirle. En muchas ocasiones, tanto en la vida familiar como en la social nos encontramos ante la encrucijada de opciones contradictorias: optar por los valores de Jesús o por los que nos presenta este mundo. Jesús nos pide ponerlo a él por delante de familia, sociedad o incluso nuestra propia vida.
También la palabra de Dios de este domingo nos deja otro mensaje: el de la actitud de acogida a los demás. Acogida en gestos sencillos, como un vaso de agua, una mano tendida o un poco de nuestro tiempo. Un corazón abierto para con quien se acerca a nosotros. “El que a vosotros recibe, a mi me recibe. Lo que hicisteis a uno de ellos, a mi me lo hicisteis”. Nada de lo que hagamos quedará en el olvido. Desde su infinita bondad, Dios nos lo pagará.
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf