22 de septiembre de 2019. 25º Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C.
En su camino hacia Jerusalén, Jesús continúa con sus enseñanzas mediante parábolas. En el evangelio de este domingo nos cuenta la de un administrador infiel, que roba a su señor aprovechándose de su cargo para enriquecerse, y que, al saber que va a ser despedido, busca la manera de hacerse amigos con los bienes ajenos y garantizarse el futuro. El amo de este administrador, enterado de su forma de actuar, lo alaba por su astucia, pero lo despedirá por su infidelidad.
Con esta parábola Jesús nos quiere advertir de que también nosotros debemos ser astutos en nuestras cosas y tener asegurado el futuro. Como comentábamos hace unos domingos con aquellos señores que se sentaban para hacer los cálculos a la hora de edificar una torre, y no quedarse sin terminar por hacer mal las previsiones. Jesús nos dice que debemos ser inteligentes y dar importancia a las cosas que de verdad la tienen. A aquello que nos asegure el mañana, y no a aquellas cosas que no podremos llevarnos. Estaría bien que en algún momento nos paráramos a echar cuentas y ver en que estamos poniendo nuestro esfuerzo.
“No podéis servir a Dios y al dinero”, nos dice Jesús. De alguna manera también nos dice que nos ganemos amigos con el dinero injusto. O sea, que sepamos emplear los bienes materiales para asegurarnos el futuro. Que esos bienes no sean un fin en nuestra vida, sino un medio del que tenemos que servirnos. Que no los utilicemos para aprovecharnos de los demás, sino todo lo contrario, para ayudar y servir a quienes más lo necesiten. Ellos serán nuestros mejores avales en el día final.
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf