6 de Octubre de 2019. 27 Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C.
Hay entre nosotros, los que nos llamamos cristianos, muchos jóvenes y no tan jóvenes, que en determinados ambientes no se atreven a dar testimonio de su fe, de su compromiso cristiano. Es como si tuvieran miedo de los otros, y no son capaces de reconocer públicamente aquello que profesan. Da la impresión que en algunos momentos lo consideran como una señal de debilidad. Incluso hay quienes manifiestan lo contrario por miedo al «qué dirán».
En este domingo, la Palabra de Dios, en la carta de Pablo a Timoteo, nos llama a «ser fuertes, a dar la cara por el Señor» El Espíritu que hemos recibido no es para que seamos cobardes, sino «para tomar parte en los duros trabajos del evangelio».
Jesús nos dice que con una fe como un granito de mostaza podríamos mover montañas. Pero siempre nos surge la duda. Tenemos una fe pobre y, además, le falta calidad. Si a Jesús lo denominamos nuestro hermano, nuestro amigo, ¿por qué aún esta falta de confianza?
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf