3 de Mayo de 2020. 4º Domingo de Pascua. Jn 10, 1-10
En nuestra sociedad estamos acostumbrados a que otras personas nos marquen caminos a seguir. Son los que llamamos “líderes”. Y los hay en múltiples facetas de la vida: en la política, en la sanidad, en la religión, en el deporte, en las modas… Para algunos son los mejores, y en cambio otros no los pueden ni ver. A unos porque mienten, a otros porque defraudan, a otros porque son corruptos, a otros porque se aprovechan de los demás…
“Muchos te ofrecen la luna para llegar al poder, y cuando arriba se ven, no escuchan queja ninguna, y te tratan con el pié…” decía una canción.
La palabra de Dios de este domingo nos propone a Jesús como el Buen Pastor, ese guía en quien depositar nuestra confianza porque nunca nos defraudará. Se distingue de los otros porque nos conoce personalmente, está dispuesto a sacrificarse por los suyos, siempre va por delante marcando el camino. Lo refrenda con su vida. Y nos llama a seguirle, a convertirnos también en alguien que pueda mostrar el camino a los demás. Los que son pastores, padres de familia, educadores, catequistas, jefes o superiores, han de ser modelos de referencia para todo el que quiera vivir desde el amor y la justicia, y no desde la búsqueda de sí mismo o de las propias conveniencias.
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf