Lucas 11, 47-54:
«¡Ay de vosotros, maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia: vosotros no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis impedido».
Confundimos muchas veces la sinceridad con los desahogos e incluso con las faltas de educación.
En honor de la sinceridad podemos hacer sufrir y hacer pasarlo mal a otras personas. Porque, en el fondo, lo que intentamos no es construir sino destruir y atacar.
La sinceridad de Jesús es constructiva. Con valentía desenmascara todas aquellas acciones que se oponen y obstaculizan el plan de salvación que el Padre tiene para el hombre.
Jesús no quiere herir a ninguno de los que le han escuchado pero sí los quiere curar de sus cegueras y de sus hipocresías y mentiras.
Por eso les habla muy claro a aquellos que alaban a Dios con la lengua pero su corazón es duro como una piedra.
Pide hoy al Señor la auténtica sinceridad de corazón para que sepas denunciar sin herir todo lo que se oponga al Reino de Dios.
Que te dé el don de corregir sin hacer heridas.
Buenos días.
Antonio María Sanjuán Marín, cmf