Lucas 11, 5-13:
«¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra o si le pide un pez, le dará una serpiente o si le pide un huevo, le dará un escorpión?. Si vosotros, pues, que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?».
Me han llamado la atención estas últimas palabras del Evangelio de hoy. Y estas las dice Jesús después de insistirnos en la oración constante y sin cansancio.
Y es que Él sabe que no sabemos orar y necesitamos la guía segura del Espíritu Santo.
El Espíritu nos enseña la pedagogía exacta para aprender a orar y a pedir. Porque nuestras oraciones y peticiones son muchas veces infantiles. Y nuestro Padre Dios no concede caprichos ni malcría a sus hijos.
La oración ha de hacernos más conscientes del papel que juega Dios en nuestra vida y de lo que nosotros estamos llamados a realizar.
Si pedimos al Padre que nos dé el Espíritu Santo, este mismo Espíritu nos dará y nos enseñará a orar al mismo tiempo que irá orientando nuestros pasos y nuestras acciones.
También Él irá rectificando nuestra mente, ordenando nuestro corazón y dirigiendo nuestros pasos.
Buenos días.
Antonio Mª Sanjuán Marín, cmf