Lucas 4, 38-44:
«Al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles».
Cuando el cansancio, la rutina y la apatía se apoderan de nosotros, sentimos que todas esas «fiebres» nos dejan sin fuerzas.
Pero no debemos nunca dudar de la fuerza salvadora y curativa de Jesús. Cuando Él nos da su mano y nos levanta con su poder curando nuestras «fiebres» y cansancios hace desaparecer todos nuestros males.
Y la misma fuerza sanadora de Jesús nos empuja a salir de nuestras «fiebres» y cansancios y ponernos en actitud de total servicio a los demás sin dar lugar a la pereza.
Presenta hoy a Jesús todas tus «fiebres» y postraciones. Ponles nombres y pronúncialos en su presencia salvadora.
Déjate agarrar por su poderosa mano. Déjate levantar por la fuerza de su palabra.
Y siente también que Él te envía a servir incansablemente a los demás.
Buenos días.
Antonio Sanjuán Marín, cmf