
Mateo 15, 21-28:
“Ella se acercó y se postró ante Jesús diciendo: “¡Señor, ayúdame!”.
De nuevo vuelve a aparecer, ahora en boca de una mujer extranjera, el “mantra” invocando a Jesús: “¡Señor, ayúdame!”.
Y estas dos palabras brotan de los labios de esta mujer porque desde su profunda fe las ha pronunciado antes en su corazón.
No son dos palabras huecas y sin sentido. Son palabras de fe y de confianza en Jesús.
Jesús, que en principio parece no atender la petición de la mujer, termina reconociendo la grandeza de su fe y haciendo que se cumpla su petición. Piensa en situaciones cercanas a ti y que quieras poner hoy a los pies de Jesús.
Y, como la mujer de este evangelio, póstrate ante Él con mucha fe y repite muchas veces el “mantra” de hoy pidiéndole al Señor por esas situaciones: “¡Señor, ayúdame!”.
El Señor escuchará tu súplica.
Buenos días.
Antonio Sanjuán Marín, cmf