1 de Diciembre de 2019. 1º Domingo del Tiempo de Adviento. Ciclo A.
Hay un dicho popular que dice que «la esperanza es lo último que se pierde». Yo digo que es lo que nunca se debe perder. Lo digo convencido por propia experiencia. Quien tiene esperanza vive más feliz que el que vive sin horizontes (o con horizontes solo terrenales).
Comienza el Adviento, tiempo de espera y de esperanza. Tiempo para espabilarse, para no quedarse dormido. Porque Jesús vino a poner en marcha un proyecto (el Reino de Dios), porque sigue viniendo a encontrarse con nosotros (estoy con vosotros todos los días), y porque vendrá para dar pleno cumplimiento a nuestra esperanza (venid, benditos de mi Padre).
Y como no sabemos ni el día ni la hora, hay que estar con los ojos abiertos. Es necesario reconocerlo cuando venga a cada uno de nosotros, para que no nos sorprenda como el ladrón o como el diluvio… En el momento en que menos lo pensemos se puede hacer presente. Nuestra esperanza nos ayudará a reconocerlo y acogerlo, a vivir llevando a cabo su proyecto, y a estar preparados para su venida final.
Y ante las perspectivas que nos ofrece este mundo, no podemos olvidar sus palabras: «alzad la cabeza: se acerca vuestra salvación». Que sus palabras nos ayuden a reactivar nuestra esperanza.
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf