15 de septiembre de 2019. 24º Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C.
«Castigo de Dios», » Si haces…, Dios te castigará». Aún hay personas que piensan así, y dicen estas cosas. Y nada está más lejos del corazón de Dios. Es posible que esa mentalidad del «Dios justiciero» sea algo frecuente. Consecuencia de la mentalidad del pueblo judío en el Antiguo Testamento. Pero cuando llegó Jesús, nos mostró la verdadera imagen de Padre Dios. Si Dios interviene en la vida de las personas, es para salir a buscarlas, para mostrarles su cercanía, para ofrecer su perdón. Nunca amenazando con un castigo; esto es mentalidad humana. Las parábolas de la oveja perdida, de la moneda perdida, del hijo pródigo, con las que Jesús nos dice cómo es el Padre, nos muestran la grandeza del amor que nos tiene, siempre por encima de nuestro propio mal. Deberíamos tener clara esta imagen de Dios para acudir continuamente al abrazo que nos ofrece.
De todas estas parábolas quizá sea la del hijo pródigo la que mejor conocemos y en la que más fácilmente nos podemos ver reflejados, porque muestra la actitud del Padre frente a nuestro egoísmo y pecado. Tendemos a ver en nosotros la actitud del hijo pequeño, pero no debemos olvidar a quién iba dirigida la parábola: a los letrados y fariseos que murmuraban de Jesús porque acogía a los pecadores y comía con ellos. A los que, como muchas veces nosotros, nos creemos mejores que los demás y nos cuesta admitir el amor de Dios sin condiciones.
¿Me cuesta perdonar?¿Miro por encima del hombro a los que considero “peores que yo”? Que seamos capaces de reconocer nuestra bajeza y acudamos en busca del amor del Padre.
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf