Lucas 7, 1-10:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Dilo de palabra y mi criado quedará sano».
Un centurión del pueblo romano tiene un criado que está a punto de morir.
Acude a Jesús.
Como no es judío no se considera digno de que Jesús entre en su casa.
Pero su fe y su confianza en Jesús son tan grandes que enternecen el corazón de Jesús y éste realiza el milagro.
Para Jesús no existen las fronteras de razas, de pueblos, de naciones, ni siquiera de creencias.
Jesús sólo nos pide para realizar en nosotros sus maravillas que depositemos en Él nuestra fe y nuestra confianza.
Si acudimos a Él, su Palabra poderosa hará en nosotros milagros y nos dará la vida en plenitud que necesitamos.
El centurión del Evangelio de hoy es también un bonito ejemplo del hombre que intercede en su oración por otros. Piensa en personas concretas por las que hoy quieres interceder.
Juntamente con tu fe y con tu confianza preséntalas a Jesús.
Buenos días.
Antonio Sanjuán Marín, cmf