SÁBADO 23 DE NOVIEMBRE
Lucas 20, 27-40:
“No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para Él todos están vivos”.
Qué alegría da escuchar, al final del año litúrgico, estas palabras en los labios de Jesús!
Nos rodea la indiferencia. Estamos inmersos en un mundo de violencia. Nos bombardean con noticias de muertes, de tragedias, de guerras, de genocidios, de matanzas de inocentes… Parece que todo nos habla de muerte.
Jesús siempre nos empapa de esperanza. En Él tenemos la certeza de nuestra futura resurrección. Con Él ha triunfado la vida. Contra Él la muerte no tiene poder. Jesús, nuestro Dios, no es un Dios de muertos, es un Dios de vivos.
La vida está asegurada. Él mismo dijo que Él es la Resurrección y la Vida y dijo también que el que cree en Él no morirá para siempre.
Como cristianos y seguidores de Jesús, nunca podemos dar culto a la muerte sino que siempre tenemos que celebrar la vida.
Nunca entres en la rueda de la muerte. Nunca entres en todo aquello que conduce a la muerte.
Nuestro Dios no es un Dios de muertos, sino que es un Dios de vivos.
¡¡¡Vive la alegría de la vida que nos regala Jesús!!!.
Buenos días
Antonio María Sanjuán Marín, cmf